La Última Llamada

En un pequeño pueblo, había una vieja cabina telefónica en una esquina solitaria. Se decía que aquellos que llamaban a ese número obtenían una conexión con el más allá. Intrigado por las historias, un joven llamado Lucas decidió probarlo una noche.

Al marcar el número, escuchó un tono de espera, seguido de una voz familiar. Era su abuelo, fallecido hace años. “¿Lucas? ¿Eres tú?”, preguntó la voz temblorosa. Atónito, Lucas le respondió. Conversaron sobre recuerdos, risas y consejos, sintiendo una conexión que creían perdida.

Pero antes de despedirse, su abuelo le advirtió: “No vuelvas a llamar. A veces, los espíritus no quieren regresar”. Lucas, aún emocionado, prometió que no lo haría. Sin embargo, la curiosidad lo consumió, y días después decidió llamar de nuevo.

Esta vez, solo hubo silencio. Intentó nuevamente, pero la línea estaba muerta. Una sensación de desasosiego lo envolvió. Esa noche, Lucas escuchó un susurro en su habitación: “¿Por qué volviste?” Era la voz de su abuelo, ahora con un tono amenazante. Lucas sintió un frío recorrer su cuerpo y comprendió que había cruzado una línea que no debía haber tocado.

Desde aquel día, nunca se volvió a escuchar el eco de la cabina telefónica. Lucas había aprendido que algunos lazos no deben ser revividos, y que la curiosidad puede abrir puertas que es mejor dejar cerradas.